« Un barrio tranquilo », eso es lo que se dice, con su mercado, su iglesia, su plazoleta, su cementerio. Los Batignolles fueron adjuntadas a París en 1860. Entre ciudad y campos, al pié de Montmartre, la antigua aldea ofrece una escala barata para los artistas. El impresionismo nace en un café donde se suelen encontrar Manet, Degas, Cézanne, Monet, Renoir... En este bosque de pinceles, las plumas ne se quedarón de lado: Zola, Verlaine — descansando al lado de Blaise Cendras o de André Breton en el cementerio de las Batignolles —, Max Jacob, Éluard, Simenon vivieron allí.