Un edificio espléndido, pero más aún sus colecciones. El acceso es cómodo, el personal muy amable. Un detalle muy interesante es la existencia de taquillas automáticas y la prohibición de acceder con mochilas. Una muy buena decisión.
Las colecciones son extraordinarias. EL único problema es que hay muchas personas que buscan hacer una fotografía de cada obra, colocándose delante para hacer el disparo con el smartphone, pero con escaso interés por disfrutar de la obra. Ellos se lo pierden, pero resultan molestos porque tienes que abrirte paso a codazos cuando se trata de una de las obras de referencia.